Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

16/01/2024

O “ateísmo líquido” de Francisco (3) | El “ateísmo líquido” de Francisco (3)


Excertos da entrevista de Miguel Ángel Quintana Paz a Diego Fusaro, acerca da publicação do seu livro "O fim do cristianismo".

«— Então, qual era o plano de Ratzinger? Exercer esse papel, durante anos, e desaparecer depois, deixar a Igreja com sede vacante. Não é um plano um tanto louco, vindo de um teólogo e de um papa com certo peso?
— Para responder a essa perginta, seguirei os passos de Pier Paolo Pasolini, que é um dos autores mais citados no meu livro O fim do cristianismo. Porque Pasolini tinha compreendido a importância do sagrado, e que a civilização do consumo, desapiedadamente ateia e materialista, odeia o sagrado. Num texto muito belo, de 1973, intitulado O louco slogan dos blue jeans, refere-se a um anúncio, aparecido por essa altura em Itália, onde se mostrava o corpo de uma mulher com uns jeans e a frase "Não terás outros jeans diante de mim", a qual era uma profanação [por tratar-se da paráfrase do mandamento bíblico do Sinai, "Não terás outros deuses diante de mim"]. A Igreja protestou e acabaram por retirar esse anúncio.
O que Pasolini explica, no citado artigo, é que esse anúncio é apenas o início da luta entre o capitalismo e o cristianismo. Porque, apesar do cristianismo poder chegar a acordo com outras formas de poder, com a civilização do capitalismo hedonista total, o que eu designo por turbocapitalismo, esse acordo, pelo contrário, não é possível: a sociedade do capital evaporará a religião. E, portanto, dizia Pasolini, a Igreja tem duas possibilidades: a primeira consiste em voltar a ser a Igreja das origens, essa catacumba contra o poder capitalista, que era o que ele sonhava. Hoje poderíamos encontrar, na figura do papa, se ele soubesse renunciar a ser um homem do poder, um ponto de apoio para a nossa luta contra o poder.

— Um aliado...
— Um aliado, um líder contra o capitalismo. A segunda opção actual da Igreja, dizia Pasolini, é aceitar a sociedade de consumo, o que a dissolverá nessa sociedade de consumo e fará com que se suicide — ele mesmo utilizava esta expressão: "suicidar-se". Pois bem, creio que a Igreja de Bergoglio está a suicidar-se na sociedade de consumo. A de Ratzinger, pelo contrário, converte-se hoje num pequeno rebanho quase semiclandestino, que se organiza, e não cede. Em Itália há vários movimentos que se opõem à nova Igreja de Bergoglio e, portanto, o cristianismo verdadeiro, o de Ratzinger, encontra-se hoje na oposição ao poder financeiro e liberal progressista. Ratzinger já o teorizou há anos. Existe um programa de rádio onde Ratzinger, em 1969, já afirma: «Imagino um futuro em que os sacerdotes se converterão em assistentes sociais e já não restará nada do cristianismo». Precisamente então, um pequeno remanescente, como lhe chamava, um pequeno rebanho poderá constituir o novo núcleo de uma comunidade que quererá agradar a Deus e não ao mundo. E que, por isso, entrará em conflito com o mundo.

— Essa intervenção radiofónica será publicada no livro Fé e futuro?
— Sim. Por isso, a ideia é que Ratzinger, com o seu gesto de 2013, separou uma Igreja autêntica, a que gosta de agradar a Deus e não ao mundo, a do pequeno remanescente, frente a uma nova Igreja liberal progressista que quer agradar ao mundo, e não a Deus. Nos discursos de Bergoglio não há realmente nada transcendente, e ao escutá-lo tanto parece o expoente de um partido liberal progressista que fala de portos abertos e de abertura comercial, como o operador de uma ONG que fala sobre como acolher os imigrantes. E o capitalismo não quer acolher, o que quer é explorar os recém-chegados, como Marx já tinha percebido...

— Quer abrir as fronteiras para dispor de seres humanos mais facilmente exploráveis.
— Braços a baixo custo. É então que Bergoglio parece um guarda florestal, quando fala da Amazónia, dos problemas verdes, da "economia verde", mas nunca há o discurso sobre Deus, enquanto, pelo contrário, em Ratzinger havia continuamente esta centralidade do divino. Creio que existe uma inimizade entre o capitalismo e a religião da transcendência, por muitas razões. Porque, para um cristão, Deus está nos céus e não no mercado, o sagrado não está à venda.»


* * * * *

Extractos de la entrevista de Miguel Ángel Quintana Paz a Diego Fusaro, sobre la publicación de su libro "El fin del cristianismo".

«—Entonces, ¿cuál era el plan de Ratzinger? Ejercer ese papel, durante años, y luego desaparecer, dejar una Iglesia con sede vacante. ¿No es un plan un poco loco viniendo de un teólogo y de un papa de cierto peso?
—Para responder a esa pregunta seguiré los pasos de Pier Paolo Pasolini, que es uno de los autores más citados en mi libro El fin del cristianismo. Porque Pasolini había comprendido la importancia de lo sagrado y que la civilización despiadadamente atea y materialista del consumo odia lo sagrado. En sus películas y escritos siempre está la idea de la sociedad burguesa sin lo sagrado. En un texto muy bello de 1973, titulado El loco eslogan de los blue jeans, se refiere a un anuncio que había aparecido en esos años en Italia, donde se mostraba el cuerpo de una mujer con unos jeans y el eslogan No tendrás más vaqueros que yo, lo cual era una forma de profanación [por tratarse de una paráfrasis del mandato bíblico del Sinaí, «No tendrás más Dios que yo»]. La Iglesia se opuso y acabaron retirando ese anuncio.
Lo que Pasolini explica en el citado artículo es que ese anuncio es solo el comienzo de la lucha entre el capitalismo y el cristianismo. Porque mientras que el cristianismo puede llegar a un acuerdo con otras formas de poder, en cambio con la civilización del capitalismo hedonista total, lo que yo lo llamo el turbocapitalismo, el acuerdo no es posible: la sociedad del capital evaporará la religión. Y, por tanto, decía Pasolini, la Iglesia tiene dos posibilidades: la primera consiste en volver a ser la Iglesia de los orígenes, esa catacumba contra el poder capitalista, que era lo que él soñaba. Hoy podríamos encontrar, en la figura del papa, si supiera renunciar a ser un hombre del poder, un punto de apoyo para nuestra lucha contra el poder.

—Un aliado…
—Un aliado, un líder contra el capitalismo. La segunda opción actual de la Iglesia, decía Pasolini, es aceptar la sociedad de consumo, lo que la disolverá en tal sociedad de consumo y hará que se suicide —él mismo usaba esta expresión: "suicidarse"—. Y bien, creo que la Iglesia de Bergoglio se está suicidando en la sociedad de consumo. La de Ratzinger, en cambio, se convierte hoy en un pequeño rebaño casi semiclandestino, que se organiza, no cede. En Italia hay varios movimientos que se oponen a la nueva Iglesia de Bergoglio y, por tanto, el cristianismo verdadero, el de Ratzinger, hoy se encuentra en la oposición al poder financiero y liberal progresista. Ratzinger ya lo teorizó hace años. Hay un programa de radio donde Ratzinger, en 1969, ya afirma: «Me imagino un futuro en el que los sacerdotes se convertirán en asistentes sociales y ya no habrá nada del cristianismo». Precisamente entonces, un pequeño resto, lo llamaba, un pequeño rebaño podrá constituir el nuevo núcleo de una comunidad que querrá agradar a Dios y no al mundo. Y que, por ello, entrará en conflicto con el mundo.

—Esa intervención radiofónica luego se publicará en el libro Fe y futuro, ¿no?
—Cierto. Por tanto, la idea es que Ratzinger, con su gesto de 2013, separó una Iglesia auténtica, a la que le gusta agradar a Dios y no al mundo, la del pequeño resto, frente a una nueva Iglesia liberal progresista que quiere agradar al mundo y no a Dios. En los discursos de Bergoglio realmente no hay nada trascendente, si lo escuchas hablar parece o el exponente de un partido liberal progresista que habla de puertos abiertos y de apertura comercial, o el operador de una ONG que habla de cómo acoger a los inmigrantes. Y el capitalismo no quiere acoger, lo que quiere es explotar a los recién llegados como Marx ya había entendido…

—Quiere abrir las fronteras para disponer de seres humanos más fácilmente explotables.
—Brazos a bajo coste. Y luego Bergoglio parece un guardia forestal, cuando habla de la Amazonía, de los problemas verdes, de la «economía verde», pero nunca hay el discurso sobre Dios, mientras que en cambio en Ratzinger había continuamente esta centralidad de lo divino. Creo que hay una enemistad entre el capitalismo y la religión de la trascendencia por muchas razones. Porque para un cristiano Dios está en los cielos y no en el mercado, lo sagrado no está a la venta.»

Sem comentários:

Enviar um comentário