Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

02/01/2024

O “ateísmo líquido” de Francisco (1) | El “ateísmo líquido” de Francisco (1)


Excertos da entrevista de Miguel Ángel Quintana Paz a Diego Fusaro, acerca da publicação do seu livro "O fim do cristianismo".

«— O seu último livro tem por título O fim do cristianismo. A morte de Deus em tempos de mercado global e do papa Francisco. Como se relacionam todos estes pontos?
— A ideia que desenvolvo no livro é, basicamente, que estamos a viver o fim do cristianismo. Chamo-lhe a evaporação do cristianismo. A civilização do consumo, da técnica, das finanças, criou uma verdadeira inimizade relativamente ao cristão e à religião da transcendência que, na Europa é, obviamente, o cristianismo. E chego à conclusão que, no presente, este se está a evaporar e que a Igreja de Bergoglio representa, na substância, o momento culminante desta evaporação. Enquanto a Igreja de Ratzinger tinha tentado resistir, opor-se, defender as razões da transcendência e, portanto, entrou em conflito com a civilização dos mercados, a Igreja de Bergoglio é cristianismo evaporado, é o pensamento único da globalização expressado em teologia.

— Em que pontos detecta esse confronto entre Ratzinger e Bergoglio?
— Seria suficiente comparar os discursos, as homilias, as encíclicas dos dois papas. Em Ratzinger encontramos continuamente reafirmada a transcendência, o eterno, a abertura do espírito às dimensões mais elevadas. Em Bergoglio encontramos um cerramento integral à transcendência. Nos discursos de Bergoglio nunca se fala de Deus, da alma, do sagrado.

— Mas a palavra "Deus" aparece, e muitas vezes.
— Sim, aparece, mas é o que designo, no livro, com uma fórmula que tomo livremente de Zygmunt Bauman, como ateísmo líquido. Em que consiste este ateísmo? Não se trata já do ateísmo de quem diz «Deus não existe e vou demonstrá-lo». O ateísmo líquido é indiferente ao problema de Deus. Hoje em dia, a maioria dos europeus não são ateus, são ateus líquidos nesta acepção.

— E Ratzinger fez precisamente o contrário, certo?
— Certamente que Ratzinger, apresentado geralmente como uma figura reaccionária e, de algum modo, amiga do poder, na realidade, precisamente porque defendia a tradição, o sagrado e a transcendência, entrava em conflito com um poder liberal progressista que já não quer a transcendência, a tradição e as identidades. Ratzinger teorizou-o, porque expressou em várias passagens das suas obras, mesmo antes de se tornar papa em 2005, que o cristão, hoje, se encontra na oposição ao mundo e ao poder. Assim, em Ratzinger, encontramos a ideia de uma Igreja que quer agradar a Deus e não ao mundo, que quer agradar à verdade e não à ditadura do relativismo.

— Ratzinger é também defensor não só da transcendência, como da razão. A razão que vem da nossa herança, neste caso mais grega que a especificamente hierosolimitana. E, portanto, neste sentido, muito aberto também, como filósofo e como papa, a um termo que nos poderia parecer mais bergogliano: diálogo. Não pode haver diálogo sem existir uma razão comum, certo?
— O conceito de diálogo de Ratzinger é um conceito platónico, de diálogo verdadeiro. Dialogo, não porque a verdade não exista e, portanto, é tagarelice, mas dialogo porque a verdade existe e alcançá-la-emos pela confrontação. Com Bergoglio, pelo contrário, é um diálogo pós-moderno e relativista, dialogamos porque a verdade não existe.

— Também é ratzingeriana a teoria dos princípios não-negociáveis. Precisamente o que, segundo ele, é mais importante para uma democracia, para um projecto político democrático sob um ponto de vista cristão, é ter princípios não-negociáveis que caracterizem a proposta do cristão no espaço público.
— Diz-se frequentemente que o relativismo é a base da democracia, mas é falso. A base da democracia é a verdade. Ratzinger defendeu não só a fé, como também a razão. É errónea a confrontação que se faz, hoje em dia, entre razão e fé. Hoje, a razão e a fé devem estar juntas contra a civilização niilista das finanças e dos mercados.
Ratzinger sempre defendeu a aliança da razão e da fé. No seu discurso de Ratisbona, em 2006, disse uma coisa importantíssima: uma fé que se oponha à razão, não é fé. Mas disse também que uma razão que não aceita a fé converte-se em totalitarismo, e o totalitarismo actual é o da tecnociência e das finanças.»

* * * * *
Extractos de la entrevista de Miguel Ángel Quintana Paz a Diego Fusaro, sobre la publicación de su libro "El fin del cristianismo".

«—Tu último libro lleva por título El fin del cristianismo. La muerte de Dios en tiempos del mercado global y del papa Francisco. ¿Cómo conectas todos estos puntos?
—La idea que desarrollo en el libro es básicamente que estamos viviendo el final del cristianismo. Lo llamo la evaporación del cristianismo. La civilización del consumo, de las técnicas, de las finanzas, ha creado una verdadera enemistad con respecto a lo cristiano y la religión de la trascendencia, que en Europa, por supuesto, es el cristianismo. Y llego a la conclusión de que hoy este se está evaporando y que la Iglesia de Bergoglio representa en sustancia el momento culminante de esta evaporación. Mientras la Iglesia de Ratzinger había intentado resistir, oponerse, defender las razones de la trascendencia y, por lo tanto, había entrado en conflicto con la civilización de los mercados, la Iglesia de Bergoglio es cristianismo evaporado, es el pensamiento único de la globalización expresado en teología.

—¿En qué puntos detectas esta confrontación entre Ratzinger y Bergoglio?
—Sería suficiente comparar los discursos, las homilías, las encíclicas de los dos papas. En Ratzinger encontramos continuamente reafirmada la trascendencia, lo eterno, la apertura del espíritu hacia dimensiones más altas. En Bergoglio encontramos un cierre integral a la trascendencia. En los discursos de Bergoglio nunca se habla de Dios, del alma, de lo sagrado.

—Pero la palabra «Dios» sí aparece, y a menudo.
—Sí, aparece, pero es lo que yo en el libro, con una fórmula que tomo libremente de Zygmunt Bauman, llamo el ateísmo líquido. La Iglesia de Bergoglio es la del ateísmo líquido. ¿En qué consiste este ateísmo? No se trata ya del ateísmo de quien dice «Dios no existe y os muestro por qué». El ateísmo líquido es indiferente al problema de Dios. Hoy en día la mayoría de los europeos no son ateos, son ateos líquidos en esta acepción.

—Y Ratzinger precisamente ha hecho todo lo contrario, ¿no?
—Ciertamente Ratzinger, que es presentado por lo general como una figura reaccionaria y, de alguna manera, amiga del poder, en realidad, precisamente porque defendía la tradición, lo sagrado y la trascendencia, entraba en conflicto con un poder liberal progresista que ya no quiere la trascendencia, la tradición y las identidades. Ratzinger lo ha teorizado porque ha expresado en varios pasajes de sus obras, incluso antes de ser papa en 2005, que el cristiano hoy se encuentra en la oposición al mundo y al poder. Así que en Ratzinger encontramos la idea de una Iglesia que quiere agradar a Dios y no al mundo, que quiere agradar a la verdad y no a la dictadura del relativismo.

—Ratzinger es también defensor no solo de la trascendencia, sino de la razón. La razón que viene de nuestra herencia, en este caso más griega que la específicamente hierosolimitana. Y, por tanto, en este sentido también muy abierto como filósofo y como papa a un término que nos podría parecer más bergogliano: diálogo. No puede haber diálogo si no hay una razón común, ¿no?
—El concepto de diálogo de Ratzinger es un concepto platónico, de diálogo verdadero. Dialogo, no porque no haya verdad y por lo tanto nos echemos una charleta, sino que dialogo porque hay verdad y la alcanzamos mediante la confrontación. El de Bergoglio, en cambio, es un diálogo postmoderno y relativista, dialogamos porque no hay verdad.

—También es una teoría ratzingeriana la de los principios no negociables. Precisamente lo que, según él, es importante para una democracia, para un proyecto político democrático desde un punto de vista cristiano, es tener principios no negociables que caractericen tu propuesta como cristiano en el espacio público.
—A menudo se dice que el relativismo es la base de la democracia, pero es falso. La verdad es la base de la democracia. Ratzinger defendió no sólo la fe, sino que defendió la razón. Es errónea la confrontación que hoy se hace entre razón y fe. Hoy la razón y la fe deben estar juntas contra la civilización nihilista de las finanzas y de los mercados.
Ratzinger siempre ha defendido la alianza de razón y fe. En su discurso de Ratisbona de 2006 dijo una cosa importantísima: una fe que se oponga a la razón, no es fe. Pero también dijo que una razón que no acepta la fe se convierte en totalitarismo, y el totalitarismo actual es el de la tecnociencia y de las finanzas.»

Sem comentários:

Enviar um comentário