A progressão do vício | La progresión del vicio

«Contrariamente às virtudes, os vícios mudam; as virtudes são imutáveis e os vícios progridem sempre. Para uma pessoa progressista, em algum momento a libertinagem do "antigo regime" deixa de excitar, de afectar. Quando uma pessoa se detém num determinado nível de vício, e ali se congela, já não parece um vício. O vício é uma decomposição progressiva, e a decomposição não tem limites; não é possível decompor-se até certo ponto e ficar por aí. Um homem necessita de algo que se apodere dele e o arraste cada vez mais abaixo, a decomposição deve ir cada vez mais longe. A própria história da depravação ocidental é uma história de progresso. Em cada etapa descobrem-se novos vícios, a própria perversão se converte na norma. Por exemplo, hoje em dia a homossexualidade no Ocidente está realmente reconhecida como norma, já não é um vício, e assim é necessário ir mais além, à pedofilia, ao incesto, ao canibalismo, à mudança de sexo... Tudo isto vem apoiado pela legislação. A legislação ocidental apressa-se a reconhecer a decomposição, a legalizar o que ontem estava proibido e era imoral... Michel Foucault escreveu sobre o tema: a decomposição é a superação da lei, a transgressão. E agora não há lei, não há virtude, não há limites no Ocidente e, em consequência, não há vício depois da legalização. Se tratamos o vício como uma convenção social, então não há vício em absoluto. Só há "ampliação da experiência", "libertação de preconceitos", como a vergonha, a consciência, a moralidade, a virtude, a inocência, a moderação. Quando já não se considera algo como um vício ou um delito, deixa de ser interessante, atractivo, pelo que é preciso ir adiante: mudar de sexo vinte vezes, fundir-se com animais, ladrar, andar a quatro patas, exigir que as crianças que se julgam gatos sejam alimentadas num comedor pelos professores da escola. A decomposição não tem limites, e quando se legaliza deixa de ser atractiva, são precisas novas formas. O Marquês de Sade, um dos arautos da "civilização satânica" ocidental, dizia que o mais importante no vício é a inovação.»

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«A diferencia de las virtudes, los vicios cambian, las virtudes son inmutables y los vicios siempre progresan. Para una persona progresista, el libertinaje del "antiguo régimen" en algún momento deja de excitar, de afectar. Cuando una persona se detiene en algún nivel de vicio, se congela allí, ya no parece un vicio. El vicio es una descomposición progresiva, y la descomposición no tiene límites, no puedes descomponerte hasta cierto punto y descansar ahí. Un hombre necesita que algo se apodere de él y lo arrastre cada vez más abajo, la descomposición debe ir cada vez más lejos. La propia historia de la depravación occidental es una historia de progreso. En cada etapa se descubren nuevos vicios, la propia perversión se convierte en la norma. Por ejemplo, hoy en día la homosexualidad en Occidente está realmente reconocida como la norma, ya no es un vicio, así que debemos ir más allá, hacia la pedofilia, el incesto, el canibalismo, la reasignación de sexo... Todo esto viene impulsado por la legislación. La legislación occidental se apresura a reconocer la descomposición, a legalizar lo que ayer mismo estaba prohibido y era inmoral... Michel Foucault escribió sobre ello: la descomposición es la superación de la ley, la transgresión. Y ahora no hay ley, no hay virtud, no hay límites en Occidente y, en consecuencia, no hay vicio tras su legalización. Si tratamos el vicio como una convención social, entonces no hay vicio en absoluto. Sólo hay "ampliación de la experiencia", "liberación de prejuicios", como la vergüenza, la conciencia, la moralidad, la virtud, la inocencia, la moderación. Cuando algo ya no se considera un vicio o un delito, deja de ser interesante, atractivo, por lo que hay que seguir adelante: cambiar de sexo veinte veces, fusionarse con animales, ladrar, andar a cuatro patas, exigir que los niños que se creen gatos sean alimentados en bandeja por los profesores en la escuela. La descomposición no tiene límites, en cuanto se legaliza deja de ser atractiva, se necesitan nuevas formas. El Marqués de Sade, uno de los heraldos de la "civilización satánica" occidental, decía que lo más importante en el vicio es la innovación.»