Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

01/10/2022

Dois pesos e duas medidas | El doble rasero


«Os estado-unidenses, que, evidentemente, nunca bombardearam civis (Hiroshima), nem atacaram um país soberano (Iraque), nem atravessaram ilegalmente as suas fronteiras (Afeganistão, Líbia, Síria, Somália), e muito menos bombardearam recentemente uma capital europeia (Belgrado), reagiram segundo a habitual táctica anglo-saxónica: mediante sanções e embargos, que são a versão moderna do bloqueio, mediante a desqualificação moral, a inversão acusatória, a imbecilização da opinião pública, mediante a propaganda emocional, o bombardeio mediático e a criminalização do inimigo (Putin como um ditador louco, um criminoso de guerra paranóico, um novo Hitler, um carniceiro sanguinário, etc.). Esta táctica torna impossível o regresso à paz por intermédio de uma solução negociada do conflito, pois não se negoceia com um “criminoso” ou um “louco”.

À maneira da cultura do cancelamento, a russofobia imperante desacredita agora tudo o que é russo, desde Dostoievski a Soljenítsin, passando por Gagarin, todos eles vítimas do mesmo reductio ad Putinum. Os tenistas, os músicos, os deficientes e até os gatos russos são excluídos dos espectáculos, dos museus e das competições. O objectivo é converter o povo russo num novo povo pária. Sempre que seja anti-russo, o “discurso do ódio”, antes denunciado, está agora permitido até nas redes sociais.

O objectivo é claro. Se não se pode vaporizar a Rússia, o objectivo é colocá-la no banco dos réus das nações, estigmatizá-la para a eternidade, isolá-la definitivamente da Alemanha, França e Europa Ocidental, através de um cordão sanitário que a isole do resto do mundo. Desde este ponto de vista, interessa aos estado-unidenses que a guerra dure o máximo de tempo possível. Em Washington estão dispostos a lutar até ao último ucraniano. Em 1956, os insurgentes de Budapeste não receberam tal apoio.»

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«Los estadounidenses, que por supuesto nunca han bombardeado a civiles (Hiroshima), ni han atacado a un país soberano (Irak), ni han cruzado ilegalmente sus fronteras (Afganistán, Libia, Siria, Somalia), y menos aún han bombardeado recientemente una capital europea (Belgrado), reaccionaron según la habitual táctica anglosajona: mediante sanciones y embargos, que son la versión moderna del bloqueo, mediante la descalificación moral, la inversión acusatoria, el atontamiento de la opinión pública, mediante la propaganda emocional, el bombardeo mediático y la criminalización del enemigo (Putin como un dictador loco, un criminal de guerra paranoico, un nuevo Hitler, un carnicero sanguinario, etc. ). Esta táctica hace imposible volver a la paz mediante una solución negociada del conflicto, ya que no se negocia con un "criminal" o un "loco".

A la manera de la cultura de la cancelación, la rusofobia imperante desacredita ahora todo lo ruso, desde Dostoievski hasta Solzhenitsyn, pasando por Gagarin, todos ellos víctimas de la misma reductio ad Putinum. Los tenistas, los músicos, los discapacitados e incluso los gatos rusos son excluidos de los espectáculos, los museos y las competiciones. El objetivo es convertir al pueblo ruso en un nuevo pueblo paria. Siempre que sea antirruso, el "discurso del odio", antes denunciado, está ahora incluso permitido en las redes sociales.

El objetivo es claro. Si no se puede vaporizar a Rusia, el objetivo es ponerla en el banquillo de las naciones, estigmatizarla para la eternidad, aislarla definitivamente de Alemania, Francia y Europa Occidental, mediante un cordón sanitario que la aísle del resto del mundo. Desde este punto de vista, a los estadounidenses les interesa que la guerra dure el mayor tiempo posible. En Washington están dispuestos a luchar hasta el último ucraniano. En 1956, los insurgentes de Budapest no habían recibido semejante apoyo.»

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