Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

25/03/2024

Pessoa ou indivíduo? | ¿Persona o indivíduo?


«Há muitos hoje que lamentam a "crise de personalidade" e, enquanto ainda se fazem passar por defensores da civilização ocidental, apelam muitas vezes aos "valores da personalidade", mantendo ser uma parte essencial da tradição europeia.

Assim, apresenta-se um problema que não pode ser resolvido simplesmente pela polémica fácil contra o colectivismo, a mecanização, a padronização e a ausência de alma da existência moderna. Além disso, devemos dizer isto de maneira clara: o que exactamente deve ser salvo? Os intelectuais de hoje que têm no coração a "defesa da personalidade" não dão uma resposta satisfatória, porque se agarram ao que eu chamei de regime de formas residuais e, quase sem excepção, pensam e avaliam em termos de liberalismo, direito natural ou humanismo.

O verdadeiro ponto de partida deveria ser, ao invés disso, a distinção entre pessoa e indivíduo. Em rigor, o conceito de indivíduo é o de uma unidade abstracta, sem forma e numérica. Como tal, o indivíduo não tem qualidade própria, daí nada que realmente o distinga. Considerados simplesmente como indivíduos, pode-se supor que todos os homens e mulheres são iguais, para que possamos atribuir direitos iguais e responsabilidades para com eles e presumivelmente igualar "dignidade" como "seres humanos" (o conceito de "ser humano" é apenas uma versão digna de indivíduo). Em termos sociais, isto define o nível existencial próprio dos "direitos naturais", do liberalismo, do individualismo e o da democracia absoluta. Um dos principais e mais aparentes aspectos da decadência moderna, refere-se, de facto, ao advento do individualismo como uma consequência do colapso e destruição das antigas, orgânicas e tradicionais estruturas hierárquicas, que foram substituídas principalmente pela multiplicidade atómica de indivíduos no mundo da quantidade, ou seja, as massas.

A "defesa da personalidade" parece insignificante e absurda quando medida em qualquer base individual. Não faz sentido posicionar-se contra o mundo das massas e da quantidade sem se dar conta que foi o próprio individualismo que levou a isso, no decorrer de um dos processos de "libertação" que, historicamente, terminaram na direcção oposta. Na nossa época, este processo já teve um carácter irreversível.»

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«Numerosos son los que deploran hoy la "crisis de la personalidad" y los que se presentan como los defensores de la civilización occidental, apelan a menudo a los "valores de la personalidad", que consideran como un elemento completamente esencial de la Tradición europea.

Un problema se plantea, pues, y no basta, para esclarecerlo, mantenerse en los fáciles ataques al colectivismo, la "normalización", la mecanización y la "desanimación" de la existencia moderna. Haría falta, además, precisar claramente lo que debe ser salvado. Pero los intelectuales que asumen hoy de corazón la "defensa de la personalidad" no aportan ninguna respuesta satisfactoria a esta cuestión, por lo que permanece en lo que hemos llamado ya el régimen de las formas residuales y continúan casi sin excepción, pensando y juzgando según las categorías del liberalismo, del derecho natural o del humanismo.

El verdadero punto de partida debe situarse, por el contrario, en la distinción entre persona e individuo. En sentido estricto, la noción del individuo es la de una unidad abstracta, informe, numérica. Como tal, el individuo no tiene cualidades propias, ni nada, en consecuencia, que lo diferencie verdaderamente. Contemplados en tanto que simples individuos, puede decirse que todos los hombres (y mujeres) son iguales, de suerte que se les puede atribuir derechos y deberes, asimismo iguales, y una "dignidad" presuntamente igual en tanto que "seres humanos" (la noción de "ser humano" no es más que una transcripción "dignificada" de la del individuo). Sobre el plano social, esto define el nivel existencial tal como lo fijan el "derecho natural", el liberalismo, el individualismo y la democracia absoluta. Uno de los principales aspectos y uno de los más evidentes de la decadencia moderna es precisamente el advenimiento del individualismo, consecuencia del hundimiento y de la destrucción de las precedentes estructuras orgánicas y jerárquicas tradicionales reemplazadas en tanto que elemento básico por la multiplicación atómica de los individuos en el mundo de la cantidad. Es decir, por la masa.

En la medida en que la "defensa de la personalidad" se fundamenta sobre el individualismo, es insignificante y absurda. Es ilógico tomar posición contra el mundo de las masas y de la cantidad y no darse cuenta de que es precisamente el individualismo quien ha conducido a estar ahí, en el curso de uno de estos procesos de "liberación" del hombre del que hemos hablado y que han concluido históricamente con un giro en la dirección opuesta. En nuestra época, este proceso tiene ahora consecuencias irreversibles.» (Cabalgar el tigre, 1961)

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