Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

03/07/2022

Do relativismo ao globalismo | Del relativismo al globalismo




«Na origem da negação da lei natural está o relativismo, ao considerar aceitáveis e legítimas todas as ideias, e ao negar a existência de um princípio transcendente inscrito no homem pelo Criador. A História, a cultura e a arte convertem-se então em fenómenos a analisar pelo prisma sociológico ou psicológico e já não são o que constitui uma civilização. […]

Que pensávamos, os ocidentais, que podíamos conseguir cortando a cabeça de reis, nobres e prelados? Que pensávamos que podia melhorar com personagens como Fouchet, Danton, Robespierre e todo o alvoroço de assassinos corruptos que se supunha irem substituir os guilhotinados? Algum de nós pensou realmente que permitir o divórcio era um progresso? Ou que dar a uma mãe o direito de matar o filho que leva no ventre foi uma conquista da liberdade? Ou que envenenar os velhos enquanto dormem, os doentes e os pobres, é um sinal de civilização? Há alguém que esteja honestamente convencido de que a ostentação dos vícios mais abomináveis é um direito fundamental? Ou que uma pessoa pode mudar de sexo modificando grotescamente o que a Natureza decidiu? Os que aceitam estes horrores fazem-no apenas porque estes horrores se impõem como modelo de “civilização” e “progresso”, e aceitam-no porque querem seguir as massas sem dar nas vistas.

O problema é que o homem contemporâneo é filho da Revolução, inconscientemente doutrinado na “correcção política”, no relativismo, na ideia de que não existe uma verdade objectiva e que todas as ideias são igualmente aceitáveis. Essa doença do pensamento é a primeira causa do êxito dos adversários, porque muita gente adere aos seus princípios sem entender que são precisamente essas ideias as que tornaram possível transformar a nossa sociedade [de forma tão destrutiva].

A escravidão da União Europeia –e a sua ideologia infernal– foi apenas um dos últimos passos pelos quais Itália recebeu o golpe de misericórdia. Por isso, quando ouço elogios à Revolução, à declaração dos direitos humanos, ao Iluminismo, ao Renascimento e à Expedição dos Mil [um episódio lendário na História da reunificação italiana, em 1860], eu estremeço: o globalismo é a metástase de todos os erros modernos, que só a Igreja, desde as suas origens, soube condenar com antecipação. E se o globalismo sofreu de facto uma aceleração, isso devemos à hierarquia que, desde o Concílio Vaticano II, deixou de ser uma inimiga jurada da conspiração maçónica e passou a sua diligente aliada.»

* * * * *
 
«En el origen de la negación de la ley natural está el relativismo, considerando aceptables y legítimas todas las ideas, negando la existencia de un principio trascendente inscrito en el hombre por el Creador. La historia, la cultura y el arte se convierten entonces en fenómenos a analizar en clave sociológica o psicológica y ya no son lo que constituye una civilización. […]

¿Qué pensábamos los occidentales que podíamos conseguir cortando las cabezas de reyes, nobles y prelados? ¿Qué pensábamos que podía mejorar, con personajes como Fouchet, Danton, Robespierre y todo el revoltijo de asesinos corruptos que se suponía que iban a reemplazar a los guillotinados? ¿Alguno de nosotros realmente pensó que permitir el divorcio era un progreso? ¿O que darle a la madre el derecho de matar al hijo que lleva en su vientre fue una conquista de la libertad? ¿O que envenenar a los ancianos mientras duermen, a los enfermos o a los pobres es un signo de civilización? ¿Hay alguien que esté honestamente convencido de que la ostentación de los vicios más abominables es un derecho fundamental, o que una persona puede cambiar de sexo, modificando grotescamente lo que la Naturaleza ya ha decidido? Quienes aceptan estos horrores lo hacen sólo porque estos horrores se imponen como modelo de “civilización” y “progreso”, y quienes los aceptan quieren seguir a las masas sin sobresalir.

El problema es que el hombre contemporáneo es hijo de la Revolución, inconscientemente adoctrinado en la “corrección política”, en el relativismo, en la idea de que no existe una verdad objetiva y que todas las ideas son igualmente aceptables. Esta enfermedad del pensamiento es la primera causa del éxito de los adversarios, porque mucha gente se alía con aceptar sus principios sin entender que son precisamente esas ideas las que han hecho posible transformar nuestra sociedad [de forma tan destructiva].

La esclavitud de la Unión Europea –y su ideología infernal– fue solo uno de los últimos pasos por los que Italia recibió el golpe de gracia. Por eso, cuando escucho elogios a la Revolución, la declaración de los derechos humanos, la Ilustración, el Risorgimento y la Expedición de los Mil [un momento patriótico legendario en la historia de la reunificación italiana en 1860], me estremezco: el globalismo es el metástasis de todos los errores modernos, que sólo la Iglesia, desde sus orígenes, ha sabido condenar con previsión. Y de hecho, si el globalismo ha experimentado una aceleración, se lo debemos precisamente al hecho de que desde el Concilio Vaticano II la jerarquía ha pasado de ser un enemigo jurado de la conspiración masónica a su celoso aliado.»

Sem comentários:

Enviar um comentário