Crónicas do Grande Despertar | Crónicas del Gran Despertar

10/07/2023

O modelo social em vigor | El modelo social actual



«Tal como outros exportam melões, os Estados Unidos da América exportam democracia. E para isso têm que dar lições ao resto do mundo, e convencer os reticentes das benesses que teriam ao importar o modelo americano. A cruzada internacional pro-gay faz parte de um package global onde o que se vende é um modelo social: o modelo de um país onde metade da população nunca vota, onde dois partidos repartem o poder há séculos, onde os grandes grupos económicos decidem quem se apresenta às eleições, onde os mesmos grupos decidem que programa se aplica, onde ninguém elege aos que verdadeiramente tomam decisões, onde cerca de cinquenta milhões de pessoas vivem abaixo do limiar da pobreza, onde existe a pena de morte e onde qualquer maluco ao virar da esquina pode enfiar-nos um balázio. Mas os gays, sim, são devidamente festejados [...]

Não há aqui um preto-e-branco absoluto, antes uma gama intermédia de tonalidades. O movimento gay pode ter alguma razão, ao reclamar para umas minorias historicamente marginalizadas, uma parte do respeito que lhes é devido. Mas a sobre-representação que alcançaram no Ocidente é paradigmático do tipo de civilização da qual são ícones: a civilização mais materialista da História. Uma civilização americanomorfa que se pretende portadora de uma verdade universal obrigatória. E o que está em jogo é, ou a extensão universal dessa civilização, ou então a manutenção de uma pluralidade de civilizações, algumas delas ainda tradicionais, que mantêm escalas de valores diferentes. Também no que respeita ao sexo.

Dizia Nietzsche que aquele que não conhece na terra nada melhor do que a satisfação do seu instinto, tem a alma cheia de lodo. Em nenhuma civilização o sexo teve uma presença menor do que a sua importância exige. Mas, no seu imaginário colectivo, praticamente nenhuma civilização o situou no topo. No topo, sempre se colocaram outras coisas. Ao colocar o sexo no mais alto pedestal das ânsias humanas, o movimento gay é sintomático de que tipo de civilização é a nossa.»

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«Así como otros exportan melones, los Estados Unidos de América exportan democracia. Y para eso tienen que dar lecciones al resto del mundo, y convencer a los reticentes de lo bien que les iría al importar el modelo americano. La cruzada internacional pro-gay forma parte de un package global en el que lo que se vende es un modelo social: el modelo de un país donde la mitad de la población nunca vota, donde dos partidos se reparten el poder desde hace siglos, donde los grandes grupos económicos deciden quién se presenta a las elecciones, donde los mismos grupos deciden qué programa se aplica, donde nadie elige a los que de verdad deciden, donde cerca de cincuenta millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, donde existe la pena de muerte y donde cualquier tronado a la vuelta de la esquina puede a usted descerrajarle a usted un tiro. Pero eso sí, los gays son debidamente festejados. [...]

No hay aquí blancos y negros absolutos, sino una gama intermedia de tonalidades. El movimiento gay puede tener una parte de razón al reclamar para unas minorías históricamente marginadas la parte de respeto que les es debido. Pero la sobrerrepresentación que en Occidente han alcanzado es paradigmática del tipo de civilización de la que son iconos: la civilización más materialista de la Historia. Una civilización americanomorfa que se pretende portadora de una verdad universal obligatoria. Y lo que está en juego es, o bien la extensión universal de esa civilización, o bien el mantenimiento de una pluralidad de civilizaciones, algunas de ellas todavía tradicionales, que mantienen escalas de valores diferentes. También en lo que atañe al sexo.

Decía Nietzsche que aquél que no conoce nada mejor en la tierra que la satisfacción de su instinto, tiene el alma llena de fango. En ninguna civilización el sexo ha tenido una presencia menor que la que su importancia exige. Pero en su imaginario colectivo, prácticamente ninguna civilización lo ha situado en lo más alto. En lo más alto siempre se han situado otras cosas. Al colocar al sexo en el más alto pedestal de los afanes humanos, el movimiento gay es sintomático del tipo de civilización que es la nuestra.»

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